CapĆtulo 236
Historias paralelas 36
Ā«…Ā»
Esto fue extraƱo. Estaba seguro de que estaba trabajando hace un momento.
Mirando a su alrededor, no vio nada mĆ”s que un espacio en blanco puro. No habĆa nada ahĆ.
Karl ladeó la cabeza y tragó saliva.
‘ĀæEstoy muerto?’
De ninguna manera. Ni siquiera he visto casarse a mis hijas todavĆa.
Tuve que ver a mis hijos crecer y estar con sus hermanas.
Mientras Karl se tambaleaba confundido, alguien se le acercó.
Ā«…Ā»
Frente a la otra persona, Karl dejó escapar un suspiro sin darse cuenta.
Por alguna razón, lo supo instintivamente.
El ser que estaba frente a Ć©l era lo que llamaban la ‘Diosa’.
Porque parecĆa estar hecha de toda la luz del mundo.
«Por casualidad, ¿eres tú el Grande?»
Ante esa pregunta, la luz, la Diosa, sonrió sin responder.
Para ser precisos, ni siquiera estaba seguro de si ella realmente habĆa sonreĆdo.
«¿Estoy… estoy muerto?Ā»
Karl preguntó, pero la Diosa no respondió. No hubo reacción.
En cambio, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia alguna parte.
Ćl la siguió en silencio. No podĆa hacer nada mĆ”s por el momento.
Si realmente estaba muerto, querĆa aferrarse a la Diosa y decirle su Ćŗltimo adiós.
Con esos pensamientos en mente, Karl siguió a la Diosa y…
‘…ĀæQuĆ© es esto?’
Fue sorprendido por un edificio al azar que apareció frente a él.
Un lugar de aspecto destartalado y sin ningĆŗn cartel.
Una taberna normal y corriente, de esas que encontrarƔs en cualquier lugar. Un lugar tranquilo para tomar una copa.
Karl la miró fijamente y luego abrió la puerta con cautela.
«Bueno, bueno, mira quién finalmente decidió aparecer».
«Siempre tarde, como siempre. Es un hÔbito, te lo digo.»
«”El mĆ”s joven estĆ” aquĆ! Oye, ĀæquiĆ©n estĆ” a cargo de entrenar a los novatos? ĀæCómo es que el mĆ”s joven es siempre el Ćŗltimo en llegar?Ā»
«”Lo corregirĆ©! āāĀ”Lo siento!Ā»
No podĆa creer lo que estaba viendo. Se frotó los ojos una y otra vez.
Porque estaban sentados allĆ. En perfecto estado.
No el estado empapado de sangre que siempre estuvo vĆvidamente grabado en su memoria. Llevaban uniformes limpios.
«Entra y toma asiento, el mÔs joven».
El joven sentado a la cabecera de la mesa, que llevaba una etiqueta con su nombre que decĆa Ā«Sargento del EjĆ©rcito Imperial WilliamĀ», le dio varias palmaditas en la espalda a Karl.
«Uf.»
«Pareces aturdido, chico. Contrólate, hombre».
Ā«Sargento… William.Ā»
Ā«AsĆ es. Bebes, Āæverdad? Ā”AquĆ! Ā”Un vaso de whisky con mucho hielo!Ā»
Y efectivamente, ante Karl apareció un vaso de whisky con hielo flotando.
«Bebe, chico. Esta noche te beberemos hasta el olvido».
Ā«…Ā»
Karl se quedó mirando el vaso un momento y luego se lo bebió de un trago.
No habĆa sensación de ardor en su garganta. Simplemente hacĆa… frĆo.
«Oye, no desperdiciemos las cosas buenas y bebamos con moderación, ¿de acuerdo?»
El sargento Thomas, sentado a su lado, bebĆa cerveza, no whisky.
Incluso impidió que William agregara hielo, diciendo que lo diluirĆa.
Advirtió a William que serĆa culpa suya si la cerveza se volvĆa blanda.
«Hola, Karl. Nuestro amigo. ¿Cómo has estado? ¿Vives bien?»
El sargento Martin se acercó a Karl, que habĆa estado bebiendo en silencio su bebida.
Pasó el brazo por los hombros de Karl y le dio unas palmaditas en la nuca, preguntĆ”ndole si habĆa estado bebiendo solo.
Luego brindó con su compaƱero y compartió historias que no habĆan podido contarse.
Muchos otros bebĆan en esta taberna destartalada.
Riendo y riendo. Algunos todavĆa no habĆan roto la costumbre de contar chistes verdes.
Otros cantaban y golpeaban la mesa con sus vasos, gritando: «”Bebe!».
Ā«…Ā»
Karl observó la escena en silencio, asimilando todo, para no perderse ni un solo detalle.
Verlos riendo, hablando, bebiendo y divirtiƩndose.
* * *
«Uf, estoy borracho. Bebà demasiado. Esto es malo».
Ā«Se dejó llevar por el estado de Ć”nimo, Āæno, sargento? Lo sabĆaĀ».
Ā«Tsk, tsk. ĀæCómo puedes ser un sargento asĆ? DeberĆas ser degradado de inmediatoĀ».
Todos aprovecharon la oportunidad para abalanzarse sobre William.
El sargento William replicó: ‘Ā”Chicos! Ā”Callarse la boca!’
Ā«EstĆ” bien, estĆ” bien, ya basta de beber por esta noche, grupo de borrachos. Es hora de regresar a casa, descansar un poco y recuperar la sobriedad. Recuerden, todavĆa son soldados, incluso aquĆ. Causan cualquier problema y considĆ©rense de nuevo en la guerraĀ». lĆneas del frente.Ā»
«Maldita sea, sargento. Qué manera de atribuirse la culpa».
«EstÔ bien, estÔ bien, nos vamos. No te preocupes por nosotros».
«Oye, guarda esas espadas. No pelearemos esta noche».
En la ruidosa taberna, Karl miró a su alrededor un momento y luego habló.
«¿No deberĆan irse todos ahora, como dijo el sargento?Ā»
Ā«DeberĆamos. VĆ”monos rĆ”pidoāĀ»
«Ve a dormir un poco. Descansa tranquilo. Este mÔs joven estÔ realmente bien ahora».
La ruidosa taberna de repente quedó en silencio. Quedó completamente sumergido en el silencio.
«¿CuÔndo lo supiste?»
Ā«Desde el principio, por supuesto. No confundirĆa sus filas.Ā»
Sargento. Corporal. Corporal. Privado. Privado…
Todos ellos recibieron rangos otorgados póstumamente después de su muerte. Karl era muy consciente de que sus filas eran diferentes a las que recordaba.
«¿Es as� Esto es un poco incómodo.»
El paisaje cambió instantĆ”neamente. La taberna desapareció y toda la gente que estaba dentro se habĆa ido.
Ahora lo Ćŗnico que quedaban eran William, Thomas y Martin. Estos tres lo eran todos.
«EstÔs viviendo bien, amigo. Valió la pena intentar salvarte».
Ā«…Ā»
«Para que lo sepas, no digas que lo sientes. Te mataré, de verdad».
Martin le dio unas palmaditas en el hombro a Karl y se despidió con una sonrisa.
Ā«Vaya, el tipo al que absolutamente tenĆa que cuidar se ha convertido en un ganador de la Medalla de Honor y un noble reconocido por la iglesia. Te has convertido en algo extraordinario. ĀæNo me convierte eso en alguien especial tambiĆ©n? ĀæEh? Ā”Jajaja!Ā»
Thomas se despidió diciendo que siempre estarĆa detrĆ”s de Karl, apoyĆ”ndolo.
«El mÔs joven».
Finalmente, después de terminar un vaso de agua helada, William se acercó a Karl y le revolvió el pelo un par de veces.
«Vive bien, pequeño. Sigue siendo feliz».
Tintinar-
El sonido de un vaso colocado sobre la mesa. Ese fue el final.
Ā«…Ā»
Una vez mĆ”s, era un espacio vacĆo. Un mundo lleno sólo de luz.
Karl, que habĆa estado en silencio, giró silenciosamente la cabeza y miró al ser que estaba allĆ.
«¿Por qué se me permite disfrutar de tal fortuna?»
TenĆa curiosidad. QuerĆa preguntar. Al ser llamado la Diosa.
Y hoy, finalmente habĆa llegado esa oportunidad tan esperada.
Ā«Me gustarĆa una respuesta, Gran.Ā»
SabĆa que esto no era la realidad, sino un sueƱo. Y, sin embargo, se aferró a este fugaz momento.
Aunque sólo fuera por este breve encuentro, anhelaba claridad, respuestas.
«La luz de la gracia brilla sobre muchos».
Como si sintiera el anhelo de Karl, la figura radiante ante él brilló, su forma cambió y se volvió borrosa en los bordes.
«Pero sólo unos pocos lo hacen brillar sobre los demÔs».
«Pero pocos eligen compartir esa luz con los demÔs».
Un calor, como la luz del sol en un dĆa de invierno, rozó la mejilla de Karl.
«Has salvado innumerables vidas, tanto en la vida que dejaste atrÔs como en la que viviste de nuevo».
PodrĆas protestar, alegando que no hiciste nada importante, pero eso no podrĆa estar mĆ”s lejos de la verdad.
Los efectos en cadena de tus acciones, las vidas que tocaste, los destinos que alteraste, estÔn mÔs allÔ de tu comprensión.
«Y por eso te he amado, te aprecio ahora y te apreciaré siempre».
* * *
«Hola, Karl.»
Ā«…Ā»
«¿Qué le pasa de repente?»
«No lo sé. ”Oye! ”Karl!»
«Hazte a un lado. ””Oye!! ””Conde Friedrich!!»
”Puaj! ”Qué diablos, muchachos! ”Me vas a dejar sordo!
«¿Qué diablos, amigo?»
«¿En serio? Reunimos a toda la pandilla y estĆ”s completamente distraĆdoĀ».
«¿Te quedaste despierto toda la noche? Has estado actuando raro todo el dĆaĀ».
ĀæMe quedĆ© despierto toda la noche? Bueno, sĆ, lo hice. TenĆa mucho trabajo que hacer.
Y en parte fue gracias a ustedes, las Hidras que nunca cambian, incluso cuando envejecen.
«Todo el mundo se lo estÔ pasando genial, ¿eh?»
Ā«SĆ, es genial. Pero Karl, tu familia se lleva la palma. ĀæCómo diablos terminaste con ocho hijos?Ā»
«Mi esposa y yo originalmente planeamos tener dos, para poder brindarles la mejor educación posible».
«¿Dos? ”Eso es lo que dijimos también!»
«Hola chicos, técnicamente sólo tuve dos hijos por esposa».
«¿Sabes siquiera contar? No tengo ocho hijos con una sola esposa. Vamos».
Con Shulifen, Wilhelm, Alexander y Joachim,
MirĆ© a las esposas sentadas en el jardĆn, charlando.
Y los niƱos jugando a su alrededor, perdidos en su propio mundo.
Una gran reunión de cinco familias, cinco hogares.
Algunos podrĆan decir que es con fines polĆticos, pero definitivamente no lo es.
Son solo un grupo de viejos amigos, que fueron amigos cuando eran jóvenes, y que se reúnen incluso después de convertirse en padres.
Ā«EscuchĆ© que la Princesa Heredera y la Segunda Princesa tambiĆ©n quieren venir aquĆĀ».
Ā«Por favor, Karl, deja de hacer eso. Me temo que Su Majestad podrĆa venir si lo hacenĀ».
«¿Por qué? ¿No es algo bueno? Es como una facción respaldada por el Emperador».
«No, gracias. Lo estamos haciendo bastante bien sin eso».
Mientras me reĆa con estos muchachos, nuestras esposas nos llamaron desde lejos.
DetrƔs de ellos, los niƱos tambiƩn nos llamaban.
RÔpidamente me levanté y me reunà con mi familia.
En mi caso, junto a Selena, Eloise, Lav y Lefia.
Y entre mis cuatro hijas y cuatro hijos.
La Diosa dijo que salvƩ a mucha gente.
Pero de todas las almas que salvĆ©, la que encontró la mayor redención…
QuizĆ”s fuera mĆo.
«Te quiero todo.»
«¿Eh? ¿Karl? ¿Qué es esto de repente?»
«Karl, ¿comiste algo mal?»
«¿Es esta… es esta la seƱal de un tercer hijo?Ā»
«”Oh! ””Yo también lo creo!!»
”No, no! ”Esposas! ”Definitivamente no es eso!
«¿Vamos a tener otro hermano?»
«¿Un hermano? ”¿Voy a tener otro hermano ?!»
«””Hermanos!!!»
Siguiendo a sus madres, los niƱos tambiƩn comenzaron a cantar.
Oh Dios mĆo. Ā”A este paso, realmente terminaremos formando un equipo de fĆŗtbol solo con nuestros hijos!
«Sigue siendo feliz, nuestro mÔs joven».
– El fin –
Comentarios para el "CapĆtulo 236"
CapĆtulo 236
Fuentes
TamaƱo de texto
Fondo
Soy un estudiante ordinario que regresa a la Academia.
Karl Adelheit, un autoproclamado estudiante ordinario que regresa del servicio militar (es un noble que se alistó como soldado y recibió Medallas de Honor).